Cuando un dirigente de la UEFA hace una declaración de este estilo, amenazando con echar de inmediato a unos clubs sin que hayan incumplido ninguna regla que permita echarlos, lo que hace es convencerme de que se necesita una competición europea que no dependa de la mafia de la UEFA. La superliga tiene el defecto de ser semicerrada, pero la idea de crear algo independiente no es descabellada.