Este martes se juega en Tblisi la final (y único partido) de la Supercopa de Europa. Se enfrentan Barça y Sevilla, y no es la primera vez que se disputan este título.

El Barcelona, como todos los campeones de Champions, parten como favoritos.

También fue así en 2006. Arrancó el partido muy parejo, y cuando no se habían jugado ni 10 minutos, llegó el primer tanto.

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Una gran jugada vertical que no culminaba Luis Fabiano, sino Renato aprovechando el rechace correspondiente. A decir verdad, la defensa en esa jugada estuvo como una tronista de MyHyV, ya me entendéis. ( ͡° ͜ʖ ͡°)

Los hispalenses optaron por jugar al contraataque (insertar meme mental de Xavi), y el Barça pasó a la ofensiva.

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Ofrecieron un bonito juego pero sin llegar a inquietar a Andrés Palop.

Pero en una de esas ocasiones aisladas sevillistas, forzaron este saque de esquina.

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Un despeje de Valdés que, sin dejarlo botar, Navas centró, y Kanouté defino a la perfección estando de espaldas. Tampoco estuvo muy afortunado el cancerbero.

El conjunto culé quedó tocado, le entraron las prisas y sucedieron unos minutos de asedio por parte del Sevilla.

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Rijkaard quiso poner orden e intentó cambiar el rumbo del partido con un múltiple cambio.

La segunda mitad fue un intercambio de golpes, que si bien pocos fueron entre los tres palos, los guardametas recordaron que al fútbol también se juega con las manos.

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Lógicamente, los minutos pasaban y el cuadro azulgrana arriesgaba más y más terminando por buscar el gol a la desesperada. Como si de un orco en un after-hour se tratara.

En la tensión de la recta final ni la magia de Ronaldinho, ni el talento de un joven Messi entre otros fueron capaces de perforar la red nervionense.

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Ya agonizaba el encuentro cuando el descaro de Antonio Puerta (DEP) hizo que Carles Puyol cometiera la pena máxima.

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Nada tuvo pudo hacer Valdés (sí, ahí tenía pelo, fijaros que cosa) contra el penalti de Enzo Maresca. Más fuerte que el vinagre.

Este es un claro ejemplo de que en este bonito deporte nunca está todo dicho.

Jamás deis nada por hecho. A menos, claro está, que lo haya dicho François Gallardo.